De la India a París en un armario de IKEA


"Os voy a contar una historia..."

Qué emocionante suena todo si comienza así, ¿verdad? Ya lo decía Paco en el primer cuatri: a todos nos encanta que nos cuenten historias.
Pues así empieza esta película francesa que os quiero recomendar por si os aburrís (nótese la ironía) o sentís que ya no podéis más.

Bueno, en realidad esta película no empieza así, empieza diciendo que todos nacemos iguales pero que un milisengundo después de nacer entra en acción la suerte, que es la que determina dónde naces y quiénes serán tus padres. Lo importante es lo cómo juegas las cartas que te han tocado.

Esta película que comienza de forma tan profunda y reflexiva, es una comedia. Lo tiene todo: amor, humor (evidentemente), crítica social, un protagonista indio, una mujer blanca (o dos) y un negro (o más), un pack indispensable en toda película cómica. Además transcurre en París, mi ciudad favorita del mundo, así que no soy muy imparcial.

Todo comienza en Bombay, donde Aja vive con su madre y su vaca sagrada. Su mundo se reduce a las calles entre las casas de sus primos y la promesa de su madre de ir algún día a París, hasta que empieza a ir al colegio y un día, en la consulta del médico, se encuentra un catálogo de IKEA. Ahí es donde empieza la aventura.

Es una reflexión cómica y preciosa sobre el problema de la inmigración, que últimamente se ha olvidado (junto con todo lo demás que no sea el COVID-19).
Es preciosa porque es una crítica delicada, inocente, sin ahondar mucho en el tema pero a la vez haciendo reflexionar, haciendo hincapié en cómo se pasan la pelota unos países a otros con este tema.

La película, además de hacerte pasar un buen rato, me ha hecho reflexionar un poco sobre la vida. En una escena de la película, el protagonista (Aja) habla sobre el cuento del "maestro Deva":
"Cuando de niño estuvo en la cárcel, le encerraron dos semanas en una celda con un pequeño camastro y sin ventanas. Aja pensó que se volvería loco por el hambre y la soledad, hasta que un día alguien logró quitar un ladrillo de la pared de la celda y meter la mano: el maestro Deva.
Este hombre empezó a contarle lo que veía a través de su ventana: niños jugando, mujeres tomando el sol, un pájaro de alas multicolores y los ojos de color vede aceituna. 
Cuando por fin salió de la cárcel, Aja no volvió a saber más del maestro Deva hasta que un día con sus primos en la calle, vio a un mendigo. Se acercó, dispuesto a robarle unas monedas. Cuando ya iba a cogerlas, el anciano mendigo le cogió el brazo y le dijo:
-¿Aja, eres tú?
El niño fue a asentir al reconocer la voz del maestro cuando vio que sus ojos estaban ciegos. No podía ver con los ojos, sino con la imaginación"

Cuando el protagonista cuenta esta historia, le dicen:
-Esta historia me ha hecho reflexionar, y darme cuenta de que yo también estoy ciega a veces.

¿Cuántas veces no vemos lo que tenemos justo delante de nuestras narices?  ¿cuántas veces vemos solo lo que queremos ver en vez de lo que hay?
Para bien o para mal, creo que hay que pararse de vez en cuando a hacerse estas preguntas.

Como última reflexión, os dejo un dicho africano:
"Quien se come un coco entero, es que tiene mucha fe en su culo"
No viene a cuento pero me encanta este dicho.

Gracias por leerme y aguantarme:

Alba

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