El teatro, la vida y DAI
Esta reflexión ya la hice en el CD que tuvimos que hacer resumiendo todo nuestro trabajo, pero quería compartirla.
El cuatri pasado el problema que tuve fue que no entré al juego, no me metí en el universo del dibujo.
Reflexionando sobre el tema me acordé de cuando hacía teatro, que nos decían que no nos juzgásemos y jugásemos. Una letra marca mucho la diferencia.
En el fondo todo en la vida es un juego, ya lo decía Mary Poppins, si decides verlo así, y siempre hay dos opciones: entrar en él o no.
Cuando en teatro nos hacían salir al círculo formado por el resto de alumnos a representar con tu cuerpo la palabra "sacacorchos", el verbo "ser" o la emoción que te transmitiese una canción determinada, o te dejabas de juzgar a ti mismo o no lo hacías. Acabé dejando el teatro aparte de por la falta de ideas para las improvisaciones por dejar de ser capaz de abstraerme de la realidad y entrar en el juego.
Pero algo muy importante de lo que me di cuenta en teatro y que he visto con el tiempo es de lo constreñidos que estamos en la sociedad, atados por lo que es considerado bueno, moral, correcto y cuerdo. No puedes expresar tu alegría por la calle o tu rabia (sin hacer daño a nada ni nadie, claro) sin que te tomen por loco. Y cuando por fin encuentras un sitio en el que te dejan expresar todas esas emociones que tienes dentro te quedas quieto, sin saber que hacer. Cuando nos decían: ¡¡GRITAD!!, yo me quedaba en shock, y al final gritaba, SÍ, pero un grito tuneado y modificado que, en realidad, no expresaba nada.
Lo mismo me pasó con DAI. Me lanzaron de repente a una sala enorme donde podía hacer lo que quisiera y me quedé quieta, sin saber que hacer. Estamos tan acostumbrados a nuestros propios filtros y ataduras que siento que el día en que por fin me pueda librar de ellos seré la persona que realmente soy, sin compararme con nadie para pasar a ser yo misma mi propia unidad de medida.
En el teatro los focos apuntan al escenario, a los actores, lo que hace que todos les vean, pero ellos, actuando, no ven al público (o si la sala está medio vacía). Desde la oscuridad se observa la luz, pero desde la luz no podemos distinguir qué hay en la penumbra. Así los actores pueden fundirse mejor en la escena, en el papel, en el personaje. En la vida es igual. Debemos interpretar nuestro papel sin mirar al público, pues al final, al igual que en el teatro, cada espectador acude con su propia historia y lo que tenemos que conseguir con nuestro actuar es tratar de aliviar la vida,incluso más allá de la puerta del teatro, de aquellos que lo vivan con actitud abierta (en lugar de crítica no-constructiva) y sepan disfrutar del teatro... y para los otros, al menos que durante un rato disfruten.
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