Exposiciones de las vanguardias

A lo largo de este último mes hemos hecho en clase distintas exposiciones sobre las vanguardias, desde el impresionismo francés al novecento italiano.
Se hace una exposición por día, y este viernes 25 nos ha tocado a mi grupo y a mí ( con Mariam Fernández, Virginia Bosco y Juan Sánchez).
Nuestro tema era la metafísica, el novecento y el antinovecento, vanguardias surgidas en Italia entre 1916 y 1940.
Empezamos a buscar información hace dos semanas, y lo que encontramos fue escaso para hacer una buena exposición. Preguntamos a los profesores y nos dieron un gran truco que no se me habría ocurrido: buscar en Google en italiano y luego traducirlo con el Google Traductor (a ver, la verdad es que el italiano se entiende bastante bien).

Una vez conseguimos la información (menos la del antinovecento, que se nos atragantó y no encontramos nada hasta el domingo anterior a la presentación), nos tocó pensar cómo la expondríamos.
La norma era hacer una exposición amena y divertida que ayudase a la gente a quedarse con las principales características de los movimientos artísticos expuestos. Lo cierto es que esto es lo que más tiempo nos ha llevado preparar y a mí me ha dado muchos dolores de cabeza.
Se barajaron varias posibilidades: que fuese una exposición de arte en un museo, que fuese como un cuentacuentos, como unos abuelos contando la historia a sus nietos... Lo único que teníamos claro es que en nuestra presentación debía salir Mussolini, que financiaba y apoyaba el movimiento del novecento, como hilo conductor.

Yo era la encargada de la parte de la metafísica. Mi idea original era disfrazarme de uno de los principales artistas del movimiento y  crear un cuadro viviente; que a la entrada se le diese a cada persona un trozo de papel y que escribiesen todos (incluidos los profesores) el nombre de un objeto, que luego se recogería en un cubo. Cuando comenzase la  presentación, sacaría distintos papeles del cubo y sacaría a voluntarios a una zona con atrezzo ya preparado para montar un cuadro viviente (para qué negarlo, me encantaría haber sacado a Álvaro, uno de mis profesores que siempre está diciendo que hacía teatro). Sería muy divertido ver cómo la gente experimentaba con su cuerpo para hacer, por ejemplo, un sacacorchos o una silla.

La idea se me ocurrió porque cuando hacía teatro, el primer año a final de curso hicimos un espectáculo de improvisación en el que en un determinado momento salíamos del escenario para recorrer el patio de butacas en busca de voluntarios que escribiesen en el papel que les dábamos un título y los guardábamos en pequeños cubos de zinc de IKEA.
Volvíamos a subir al escenario y hacíamos pequeñas escenas improvisadas con los títulos del público.

La idea me parecía genial, pero no sabía si la gente iba a estar dispuesta a salir y divertirse. Al fin y al cabo, los que íbamos a teatro pagábamos por hacer esas cosas y estábamos un poco locos.

Al final al poner las ideas en común se decidió hacer una especie de recorrido guiado por el aula de la mano de un viejo veterano de guerra (Juan) armado con un farol que al final de la representación se descubriría que es Mussolini. Iría pasando por diferentes etapas:
  • La metafísica, donde estaría yo caracterizada como el pintor Giorgio de Chirico para explicar mi movimiento, delante de una pared con una silla y una piña detrás de mí.
  •  El novecento,  con Mariam vestida como Margherita Sarfatti  que explicaría su vida a nuestros compañeros y sacaría a siete voluntarios para pintar lo que fuese para ellos la esencia de Italia.
  • La arquitectura y la escultura del novecento, con Virginia caracterizada como el arquitecto Giuseppe Terragni, que explicaría brevemente estos dos artes.
  • Y por último Juan presentaría el antinovecento (quién mejor que Mussolini para explicar el arte antifascista, ¿no?)

El día de la presentación todo estaba preparado: el material, el vestuario... Llegamos a las 13 (la clase empezaba a las 15), pero no pudimos empezar hasta las 14:25, cuando acabó la clase anterior (estaban pintando desnudos, no podíamos interrumpir), y tuvimos que recoger todos los caballetes y hacer un ejercicio de feng shui express, con la ayuda de otros tres compañeros.
Al final empezamos la presentación a y cinco, y no nos dio tiempo a colocar todo lo que queríamos y repercutió en la calidad de la presentación.

Pese a pequeños fallos técnicos (Juan quería haber quemado un papel con un cuadro del antinovecento pero no le funcionó el spray que quería inflamar, y yo no pude cubrir una pared con una sábana para que se viese la escenografía mejor) terminamos la presentación con el antiguo himno fascista italiano y tirando un par de petardos para indicar que tras esta movimiento comenzó la Segunda Guerra Mundial.

Yo al principio me opuse a la idea de tirar petardos, pensé que saltaría la alarma de incendios y terminaríamos expulsados o algo así, pero lo cierto es que fue un final redondo y tengo que agradecerle a mi grupo que no me hiciese caso y los llevase.  Lo gracioso fue que me preocupé por nada, porque tras la presentación uno de los profesores (Álvaro) nos contó que para una de las obras que hizo pusieron bidones de gasolina en la puerta de la Escuela y les prendieron fuego.

En conclusión, 

teníamos el listón muy alto (hubo ocho presentaciones antes que la nuestra, algunas de ellas muy originales) y muchas expectativas puestas en nosotros, razón por la cual yo estaba muy nerviosa. 
Además ya habíamos tenido una charla sobre nuestro compromiso con la asignatura la semana anteriorque me dejó tristona toda la tarde , y quería subir nota con esta presentación porque se me da bien y siempre tengo ganas de actuar en público, actuar  y contar historias, pero no siempre las encuentro para hacer los dibujos que me mandan.
Pero la presentación tubo muy buenas críticas (cosa que no esperábamos) y gustó mucho en general, me dejó muy buen sabor de boca.
A partir de esta exposición espero poder motivarme más con esta asignatura y dedicarle mucho más tiempo (bueno, y hacer otra presentación a lo largo del curso no me importaría, pese al trabajo y quebraderos de cabeza que ha llevado)

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